Las imágenes dicen más que mil palabras, pero nunca terminé de platicar del viaje que hice con mis papás a Europa en noviembre del 2013. ¡Qué rápido pasa el tiempo! La segunda parte de nuestro tour fue Italia y digo segunda parte porque, a diferencia de la primera donde los traje en friega caminando y en metro para todos lados en París, ahora recorrimos casi todos los destinos como parte de un tour en bus.  Primero estuvimos en Roma, siempre encantadora por todos sus icónicos monumentos, y donde caminamos mucho por gusto, disfrutamos la comida, las tiendas (Miu Miu me hizo ojitos, así que hice mía una de sus bolsas) y la comodidad de andar en el autobús que nos llevaba a todos lados desde que nos recogía en el hotel hasta que nos dejaba.

Parte del viaje incluía el lugar que todo católico sueña con visitar, el Vaticano, donde mis señores padres se emocionaron con la arquitectura imponente, el tamaño de los museos, la tumba de Juan Pablo II, la Capilla Sixtina, la Piedad, el arte, las esculturas, la historia, los recuerdos que llevan incluida la bendición papal, y un largo etcétera.

En Florencia, el guía preguntó quién tenía algún problema para caminar y mis dos padres levantaron la mano, así que el guía optó porque todos fuéramos al paso de ellos, para así evitar que alguien se quedara rezagado. Es la segunda vez que voy a esta hermosa ciudad y podría regresar una vez más porque me sigue gustando mucho, mucho. De ahí nos fuimos a Venecia, la cual no es mi hit, pero es un clásico, luego fuimos a Ravena, Asis (donde mi papá se emocionó mucho al ser la ciudad sede de San Francisco, el santo de su devoción), y regresamos a Roma, donde terminó el tour en autobús.

Por cierto, mientras íbamos por la carretera pasamos por Padua y todo el mundo piensa: Ah, de donde es el famosísimo San Antonio… pero entonces Gema, la guía del autobús, nos comentó que el verdadero nombre de este santo no era Antonio, sino Fernando, y que en realidad no era de Padua, sino de Portugal, pero por cosas del destino vivió en este pueblo italiano. ¿Qué tal?

Pero yo quería ir a Milán, y esta ciudad italiana no estaba contemplada en el tour, así que tomamos un avión para que yo cumpliera mi capricho y la conocida como “capital de la moda italiana” no me decepcionó, al contrario, a todos nos encantó en el poco tiempo que caminamos por sus calles y por ese Duomo espectacular. Los aparadores de Dolce & Gabbana me encantaron, amamos un restaurantcito donde el chocolate caliente no sólo fue uno de los más ricos que probamos, sino que fue la parada perfecta durante la caminata en un atardecer en el que se sentía un frío muy sabroso.

¡Qué lindo es este país! Pero nos tuvimos que ir rumbo a Ginebra… eso lo dejo para después.