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Gozamos de los paisajes boscosos.

Un viaje largo en carretera es algo que en lo personal me fascina porque existe la ventaja de parar en cualquier punto y continuar al ritmo de los que viajan, así que cuando empezamos a planear vacaciones en Santa Fé, Nuevo México, me encantó la idea porque es un destino que no me había pasado por la cabeza anteriormente.

De San Antonio a Santa Fé sin paradas son alrededor de 10:50 horas, pero nosotros queríamos un viaje pausado, así que pernoctamos en un pueblito llamado Artesia, para luego llegar a Roswell, Ruidoso, Albuquerque, Santa Fé y Taos.

En esta ocasión les platicaré el viaje a través de las fotos (cada imagen tiene un comentario, por si lo quieren leer), esperando que alguien más se anime porque fue una aventura muy divertida para recordar por el resto de nuestras vidas.

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Todos íbamos cómodos en la camioneta Enclave de Buick.

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La primera parte del camino es desértica.

 

El UFO Museum Research Center de Roswell es una experiencia de otro mundo, pero no para los escépticos.

 

Después de Roswell pasamos por Ruidoso, que la verdad me encantó porque está entre las montañas y paisaje boscoso. Como dato curioso, en el Walmart de ahí venden ropa para ir a esquiar. Después de atravesar Albuquerque, llegamos finalmente a Santa Fe, que nos esperaba al atardecer.

 

Un día lo dedicamos a esquiar en Santa Fe Ski Resort. Como era la semana pico, hicimos filas de ¡2 horas! para rentar equipo, fila para estacionarnos, para comer… para todo. Pero valió la pena.

Un día lo dedicamos a ir a Taos, durante el camino paramos a ver una pequeña iglesia católica donde van muchos feligreses a orar y a pedir por su salud, pero en Taos Pueblo nos sorprendió el misticismo y la autenticidad de sus habitantes.

 

Al final, los niños prefirieron cenar en el hotel Drury Plaza, donde nos quedamos, pero Eduardo y   yo nos fuimos a cenar sushi y degustamos variedad de sakes. No podíamos pedir más, fue un gran viaje que volveríamos a hacer con mucho gusto.