
En pleno enero o febrero, cuando recién terminaba el maratón guadalupe-reyes, fui a una charla que dio una nutrióloga e inicialmente pensé que sería aburrida, pero la Dra. Marcela Toscano la hizo tan amena que decidí iniciar cuanto antes ese proceso tortuoso llamado dieta… Y digo tortuoso porque después de pasar meses disfrutando sin reparo de la comida deliciosa de mi holly mother (sagrada madre), hacer el cambio a frutas, verduras y casi nada de carbohidratos de los que me gustan fue demasiado drástico, por más que he querido hacerme un cocowash de que está bien sabroso.
Fruta en la mañana, muchas verduras frescas, carne sin grasa y hasta queso y salchicha de pavo se han convertido en mis platillos de cada semana con resultados muy motivantes, porque debo admitir que sin ninguna pastilla y cometiendo uno que otro pecadito (vino, donas de Krispy Kreme) bajé más de la mitad de mi meta. Y no es que estuviera reventando, pero no quiero volver a pesar lo que pesaba cuando mi tiroides levantoides mi nivel de grasita corporal… Esos tiempos en que mis curvas me daban pena y no podía bajar con ninguna dieta.
Este régimen alimenticio me ha permitido darme cuenta que no batallo tanto para bajar, sin embargo, tengo problemas para entrarle con todo a la disciplina. DISCIPLINA… Palabra mágica, parece difíl pero cuando me aferro a ella es cuando siento que tengo yo el control de mi cuerpo.
Mis prioridades cambiaron de enero al día de hoy, así que dejaré la dieta pero no la disciplina, que no sólo implica cuidar mi alimentación, pues también aplica al ser consistente cuando se trata de hacer ejercicio. Mis músculos empiezan a sobresalir… Yeeeeh!
Es marzo… ¡Vamos bien con esos objetivos!