
“¿Y has tenido algún accidente últimamente?, ¿mucho stress? A veces algún cambio drástico propicia cambios en el metabolismo”, me preguntó la doctora Christine Contreras hace un par de semanas cuando fui a consultar porque he traído síntomas que indican que la tiroides está fuera control. -Pues casi nada, pensé: ya no estoy en la empresa en la que estuve 23 años, de hecho, cambié mi residencia a otra ciudad en otro país, me casé, me convertí en madrastra, mis horarios de comer también son diferentes, mi rutina dio un giro de 180 grados… Pero estrés, lo que se dice estrés, no tengo.
Le comenté que andado un poco ausente, distraída y ocupada, también agobiada porque aunque le he dado duro al gym hasta donde puedo, he intentado varias dietas, todos los días amanezco hinchada, como cuando te echas un montón de drinks la noche anterior, con la diferencia de que mi inflamación está ahí, aunque no tome nada de alcohol.
¡Quería llorar en el consultorio! A veces he pensado que estoy bien loca y que alucino síntomas que no existen, pero ella me dijo con seguridad que todo era por culpa de la tiroides, que mi padecimiento (en inglés llamado Hashimoto’s disease) no estaba siendo controlado con la medicina, más que en los exámenes de sangre y me la cambió a Nature-Throid, que he tomado por unos días. Me prescribió muchos exámenes de sangre y un ultrasonido de mi tiroides, que el endocrinólogo que consultaba en Monterrey jamás me mandó ha hacer.
Pero no me decidí a ir a consulta de la noche a la mañana. Durante meses he pasado noches durmiendo pocas horas, pensaba que no podía ser mi hipotiroidismo porque soy muy disciplinada para tomar la medicina y los estudios de sangre siempre salían normales. En mi tiempo libre empecé a leer más libros, como “Why Do I Still Have Thyroid Symptoms when my Lab Tests are Normal” (Por qué me siento mal de la tiroides si los exámenes dicen que estoy bien), del Dr. Datis Kharrazian y me identifiqué con el título, pues aunque he estado más o menos bien desde que me regularizaron con la medicina de nombre comercial Eutirox en el 2010, hace tiempo algo cambió y no sabía explicar qué, pero justamente antes de ir con mi nueva doctora me empaniqué cuando al bañarme el pelo se me empezó a caer por montones, de una manera tan impresionante que le hablé a Eduardo porque quería que alguien fuera testigo de lo que me estaba pasando.
Bueno, mi historia es larga de contar y en realidad tiene puntos suspensivos porque la dosis de la medicina recetada no me cayó muy bien y me la bajaron, no sé si haber dejado el gluten al 100 por ciento me va a a beneficiar. Lo que sí sé es que, mientras más leo el libro que les mencioné arriba, más casos leo de gente que pasa por lo mismo que yo y me imagino que hay más, porque los problemas de este pequeño órgano que tenemos en la garganta son más comunes de lo que pensamos. De acuerdo a la Asociación Americana de la Tiroides un 12 % de los estadounidenses tienen algún padecimiento de la glándula en cuestión, que atacan hasta 8 veces más a las mujeres que a los hombres. Es más, si platican al respecto se darán cuenta que alguien a su alrededor tiene problemas de este tipo, pues 1 de cada 8 mujeres tendrá padecimientos similares en algún momento de su vida.
Les voy a seguir contando de la información que encuentre, por si alguien más pasa por la misma situación pueda pedir ayuda. OJO, no es algo grave, pero sí afecta seriamente la salud con el paso del tiempo, al grado de ser inhabilitante.
Aquí va la lista de síntomas que pueden presentarse más frecuentemente cuando hay problemas tiroideos; no necesariamente se padecen todos y también hay otros que son menos comunes:
- Insomnio o mucho sueño
- Diarrea o estreñimiento
- aumento o pérdida de peso
- sensación de frío
- cansancio anormal (para mi había días que hasta subir un piso de las escaleras me agotaba)
- Ansiedad, depresión
- dificultad para concentrarse
- Desajustes menstruales
- Caída de cabello
- Falta de apetito sexual